El Palau es uno de los auditorios musicales más espectaculares que existen, tanto desde el punto de vista de su arquitectura modernista, como por la extraordinaria acústica de sus salas. Fue construido en 1908 por Lluís Domènech i Montaner y está considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Su construcción, entre 1905 y 1908 fue financiada por industriales y financieros catalanes amantes de la música y la cultura. En la década de los años 80 del pasado siglo se encargó un proyecto de rehabilitación del eficio al arquitecto Óscar Tusquets. Estas obras duraron siete años, llevándose a cabo todo el proyecto de Tusquets que fue reconocido con el Premio FAD 1989 de Arquitectura, Reformas y Rehabilitaciones.
Vale la pena dedicar un tiempo a admirar la fachada y reconocer algunos elementos representados, como los bustos de los compositores Palestrina, Bach, Beethoven y Wagner, o el grupo escultórico La cançó popular catalana, que hace esquina. El edificio se construyó con gran riqueza de materiales y diseño, la obra de ladrillo rojo visto, barandillas de hierro forjado, cornisas y capiteles esculpidos y con unos vitrales de colores iguales que en el resto de la edificación. En el interior se combinan los diversos materiales de construcción con cerámica (el «trencadís» tan típico del modernismo catalán) y vidrio. La sala y el escenario forman un conjunto armónico, en el que uno se integra en el otro. El escenario está dominado en su parte trasera superior por los tubos del órgano, que se convierten a su vez en un elemento decorativo e icono del propio Palau. La embocadura del escenario está enmarcada por ilustraciones escultóricas espectaculares de las musas, sendas alegorías de la música culta.